Koh Phangan
- Adrián H.
- 3 ago 2017
- 2 Min. de lectura
El ferry zarpó desde Surat Thani sobre las tres de la tarde. Aproximadamente cinco horas separan a Surat Thani de la isla, por lo que iba a tener suficiente tiempo para disfrutar el mar del golfo de Tailandia y de un bonito atardecer.
Una vez desembarcamos en Koh Phangan (เกาะพะงัน), paré un moto-taxi que me llevo hasta mi albergue por unos 100 baht (2,5€).
A diferencia de los hoteles donde había estado hasta entonces, este tenía una atmósfera muy distinta. Los huéspedes eran únicamente grupos de extranjeros jóvenes bañándose en la piscina y bebiendo. Era lo que llaman un party hostel (albergue de fiesta), donde la música no paraba hasta la 1 de la mañana.
En esta isla tiene lugar mensualmente la conocida Full Moon Party (fiesta de la luna llena), un evento que atrae a gente de todas partes. Es por eso que gran parte de la isla cuenta con alojamientos de este tipo y los mercados están repletos de productos para dicha fiesta.



A la mañana siguiente, al despertar, me dirigí a la recepción para alquilar una moto (una Honda Click, que sería la primera de muchas) un par de días por 250 baht/día. Me puse en marcha después de repostar en la gasolinera más cercana por un precio ridículo comparado con la mayoría de países europeos.
El primer día lo invertí en explorar la parte oeste de la isla. Fui algunas playas, vi el atardecer en una de ellas y visité los mercados nocturnos que ponen diariamente al norte, donde aproveché para adquirir algo de experiencia en el regateo, mientras compraba algo de ropa.
Durante el segundo día pasé gran parte de la mañana relajándome en las bonitas playas de arena blanca y agua turquesa del este de Koh Phangan. Cruzar la isla fue toda una experiencia puesto que la parte central es una montaña y las carreteras tienen desniveles de vértigo, un desafío para un conductor novel como yo.
Por la tarde hice un trekking a uno de los viewpoints (mirador) de la isla. Duró aproximadamente 50 minutos de subida entre rocas y raíces de árboles y, pese al calor asfixiante, mereció la pena. Las vistas a 170 metros de altitud eran increíbles.
Allí en la cima coincidí con unos chicos alemanes que llevaban bastantes meses viajando por el sudeste asiático por lo que pasé un buen rato conversando con ellos e intercambiando historias.
Intenté, sin éxito, ver unas cascadas de camino que por desgracia estaban secas en esa época del año.
Acabé el día pidiéndome un pad thai en el hotel para cenar. Este es uno de los platos tailandeses más típico (por no decir el más emblemático) que debéis probar antes de dejar el país. Hecho con fideos de arroz, huevo, brotes de soja y carne, marisco o verduras. Generalmente decorado con cacahuetes, guindillas molidas, lima y ajos tiernos.



コメント