La península de Railay
- Adrián H.
- 29 jul 2017
- 2 Min. de lectura
Aquella mañana me desperté temprano para poder llegar a tiempo al primer long-tail boat que saliese desde Ao Nang hacia Railay. Este tipo de embarcaciones con motor típicas de Tailandia se caracteriza por tener una hélice en la popa controlada por una palanca unida al motor, de ahí el origen del nombre, que literalmente significa barco de cola larga, debido a que se maneja moviendo la "cola" del barco manualmente.
Al final de la playa de Ao Nang hay un puesto donde se pueden comprar los billetes hacia Railay o excursiones a las diferentes islas de la provincia de Krabi (creo recordar que desde Ao Nang a Railay West eran unos 100 bahts sólo ida y el doble ida y vuelta).
La chica que vendía los billetes me explicó que tendría que esperar a que uno de los barcos estuviera lleno para poder zarpar. Al parecer en temporada alta se llenan mucho más rápido por lo que no hay demoras, pero en cuestión de veinte minutos ya éramos las ocho personas necesarias y con unos cuantos rambutanes en las manos, que nos regaló una señora, comenzamos nuestra travesía por la costa del mar de Andamán.
La península de Railay está formada principalmente por tres playas: Tonsai, Railay West y Railay East. Únicamente se puede acceder por mar ya que no están comunicadas con carreteras hacia el interior. Esto las convierte en un entorno tranquilo y paradisíaco, perfecto para relajarse y disfrutar de las vistas y de las diferentes actividades como el buceo o la escalada en sus altas formaciones kársticas.
Al ser accesible sólo por mar es recomendable venir con las compras hechas, ya que los precios en los supermercados suelen ser más caros.

El viaje entre impresionantes peñones que emergían en medio del mar duró poco más de un cuarto de hora. Finalmente atracamos en la costa oeste de Railay. Desde este punto se podía acceder a la costa este caminando diez minutos por un sendero que atravesaba la jungla, salpicada por hoteles y resorts.


Una vez hice el check-in en el hotel, dejé la mochila en la habitación y salí a explorar la zona.
Me costó decidir cuál de las dos orillas me gustaba más, puesto que ambas tenían un encanto especial. Sin lugar a dudas la que realmente me cautivó fue otra playa llamada Ao Phra Nang, apodada "la cueva de la princesa". Ésta contaba con unas impresionantes vistas tanto hacia las rocas flotantes en el mar azul turquesa como hacia el acantilado en el que está situada, donde hay rutas de escalada además de una particular cueva con falos tallados en madera y un altar con inciensos.
Cuenta la leyenda que los pescadores de la zona hacían ofrendas a la diosa de la cueva para tener buena fortuna en el mar y fertilidad para sus mujeres.


Por la noche, la iluminación de los restaurantes y bares de Railay se encargaba de crear la atmósfera perfecta para seguir relajándose tomando algo con música reggae de fondo.
Pasé un par de días disfrutando de Railay antes de decidir que mi siguiente destino sería Koh Lanta, una isla exótica y poco explotada por el turismo a unos 70 km al sur de Krabi Town.
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